La llegada de Internet a nuestras vidas ha provocado una enorme transformación social. Con muchísimos aspectos positivos, pero también algunos negativos. Uno de los más preocupantes es su influencia en la polarización política por el modo en que muchas lectoras y lectores acceden a la información. La forma en la que se mueven las noticias por las redes sociales y los teléfonos móviles ha fragmentado la realidad: buena parte de la ciudadanía solo se informa por los artículos que le recomiendan sus amistades y afines, lo que provoca una división del debate público. A cada cual le llegan solo las noticias que quiere leer e ignora las demás, porque su propio entorno filtra la información con un sesgo ideológico. Este fenómeno, y otros como las ‘fake news’, está provocando una crisis en las democracias occidentales, que simbolizan ejemplos como el Brexit o el ascenso de Donald Trump. En España no somos ajenos: es lo que también explica el ascenso de Vox o el éxito de Isabel Díaz Ayuso en Madrid.