SAMUEL PÉREZ GARRIDO Activista social
Miembro de la web Pensamiento Crítico y África Imprescindible y autor de libros como ‘Amanecer sin Garoña’, Samuel Garrido visitó Pamplona invitado por el Foro Gogoa
Isidoro Parra
PAMPLONA | 02·04·24 | Foto IÑAKI PORTO
El activista Samuel Pérez Garrido habló el pasado 20 de marzo en el Instituto de la Plaza de la Cruz de la capital navarra sobre el tema Desigualdad y pobreza degradan la sociedad.
Cuando nos habló el pasado día 20 en el Foro Gogoa, llamó nuestra atención su primera manifestación sobre el hecho de que España fuera uno de los países con mayor desigualdad de Europa.
Así es, y lo es de manera especial en lo que se refiere a los índices de pobreza infantil. No lo digo yo, lo dicen los estudios oficiales sobre la situación de la desigualdad y la pobreza en cada país. Sin lugar a dudas, la desigualdad en España se acentúa sobre todo a partir de la crisis de 2008: la crisis de las hipotecas basura y las políticas de austeridad que nos impusieron.
¿Cómo puede pasar tan desapercibida esta realidad?
En mi opinión, porque venimos de un período en que la mayor parte de los economistas pensaban que la desigualdad no importaba, que no tenía trascendencia en relación con el desarrollo económico. Afortunadamente, en los últimos años, los economistas más críticos y los que no lo son tanto han empezado a acentuar la idea de que la desigualdad impide el desarrollo, además de suponer una gran injusticia social.
Los gobernantes, en general, ¿están atentos a la evolución de este problema?
A pesar de las graves consecuencias, la desigualdad ha estado ausente hasta hace poco de los debates y preocupaciones de la agenda pública. Hace diez o doce años, con la puesta en marcha de la Agenda 20/30 y los Objetivos de Desarrollo Sostenibles, que son una agenda de trabajo social de todo el mundo, avalados por 193 países en el marco de la ONU, se incluye por primera vez la desigualdad como un objetivo, el número 10, por el que trabajar.
“La capacidad de chantaje, de presión a través de la acumulación económica es muy importante”
¿Qué datos disponemos de la desigualdad en España?
Los datos de la renta obtenida, sacados de la Hacienda pública, nos dan una foto que refleja una gran desigualdad y los datos de patrimonio nos darían otra mucho peor. El 50% más pobre dispone solamente del 14,2% de toda la renta generada en 2022. El 40% intermedio dispone del 43,5% y aquí viene la gravedad: el 10% más rico dispone del 42,3% de toda la renta. Si afinamos un poco dentro de este último bloque, el 1% de los más ricos disponen del 16,9% de las rentas generadas. O sea, el 1% dispone de más renta que el 50% más pobre. Este dato debería alertar a los gobiernos para poner el objetivo de luchar contra esta desigualdad en el primer lugar de sus preocupaciones.
Samuel, entiendo que estos datos son globales a nivel del Estado. ¿Cómo se comportan las cifras a nivel de Comunidades Autónomas?
La media de pobreza y exclusión social en España en conjunto es del 26,5%. Hablamos de datos de 2023. Sin embargo, el mismo índice en Andalucía es del 37,5%, en Canarias del 33% y en Extremadura del 32,8%, mientras que en el País Vasco es del 15% y en Navarra del 17,2%. Y el problema añadido es que estas diferencias no se están atenuando. O sea, que la labor del gobierno central y de los gobiernos autonómicos no consigue avanzar en la identificación de las causas ni en la toma de medidas para poder conseguir que esta diferencia tan tremenda se vaya reduciendo.
¿Y qué pasa en el lado de los más ricos, Samuel?
Aquí todo es crecimiento. En base a datos del 2021, el número de ciudadanos que tenían un patrimonio superior a seis millones de euros aumentó en más de 1.000 personas ese año (más de 9.000 contribuyentes tienen ese patrimonio de más de seis millones). Y si subimos al patrimonio de más de 30 millones, entonces hemos pasado de 724 personas a 831. O sea, que la riqueza de los ricos crece mientras la pobreza de los pobres también crece, pero los dos crecimientos no significan lo mismo. Otro dato que nos sirve también de referencia: el patrimonio de los 100 españoles más ricos equivale al 15% de todo lo que producimos entre todos. Debemos tener en cuenta que el 70% de las fortunas lo son por las herencias recibidas y no por los méritos ni por sus grandes esfuerzos como quieren hacernos creer.
Metidos en impuestos, ¿qué opina del nivel de tributación de entidades financieras y grandes empresas?
En 2021, en España, las grandes empresas del sector financiero tributaron un 4,7% de sus beneficios, cuando el tipo mínimo debería ser del 23%. En este mismo sentido, las 224 compañías más importantes del país, con más de mil millones de euros de beneficios, tributaron solamente un 5,7%. Así que podemos decir que en España paga impuestos principalmente la gente trabajadora, las pequeñas empresas y los autónomos. Creo que ya es hora de que haya más justicia y que los ricos paguen lo que deben pagar.
“Cuanta más riqueza acumulan unos pocos, menos democracia hay”
Son diferencias que producen escalofríos, ¿no?
Así es. En 2021, un mileurista soportó impuestos al 20%, una Pyme tributó de media el 17% y el tipo efectivo para los grandes bancos fue del 2,8%. Algo hay que hacer, y no tanto para hacer justicia, que también, sino para respetar lo que dice la Constitución.
Está claro que unos deberían sentirse más contentos que otros.
Deberían, pero no lo están. Los grupos bancarios y energéticos han empezado una dura batalla contra el gobierno porque les pone un impuesto que pueden pagar sin ningún problema. Si tuvieran conciencia cívica, si quisieran construir país, si quisieran hacer de este país un país para todos, con menos desigualdad y con menos pobreza, no asumirían la postura que están tomando.
Samuel, en esta situación, ¿cómo perpetúa el sistema esta desigualdad?
Todo el que quiera sobrevivir como poder económico y mantenerse para que, a su vez, se mantenga la desigualdad, tiene que justificar y dar ideas que permitan presentar la desigualdad como algo justo. En caso contrario, el edificio político y social podría caer porque la gente podría rebelarse, podría denunciar, podría movilizarse, podría exigir.
Y eso, ¿cómo se hace?
El principio inicial se basa en que la desigualdad deriva de un proceso libremente elegido: todos podemos acceder al mercado, todos podemos poner una empresa, etc., para conseguir mejor nivel de riqueza y el que no lo hace por algo será. De ahí deriva que la desigualdad es lógica, que no es mala. Por eso, los ricos son los más emprendedores, los que más se lo merecen. A partir del crecimiento de las desigualdades, en la década de los años 80, se echa mano de otros dos argumentos: el primero se basa en que la desigualdad puede no ser justa, pero si ponemos en cuestión la ganancia de los más ricos, podrían terminar pagándolo los más pobres, como represalia, así que dejémoslo como está. Estas dos ideas, la estabilidad sociopolítica y la protección absoluta de la propiedad de los más ricos son los argumentos utilizados siempre para no abolir la esclavitud.
“A pesar de las graves consecuencias, la desigualdad ha estado ausente hasta hace poco de los debates y preocupaciones de la agenda pública”
¿Existe alguna relación entre el nivel de desigualdad de una sociedad y el estado de su democracia?
Creo que sí. Thomas Piketty explica que cuanta más riqueza acumulan unos pocos, menos democracia hay. No olvidemos que la capacidad de chantaje, de presión de los más fuertes a los gobiernos, a través de la acumulación económica, es muy importante.
Creo que todo lo que hablamos nos conduce de nuevo al tema de los impuestos.
Así es. Sin impuestos no hay forma de que haya Estado de derecho y tampoco Estado de bienestar. Uno estudioso de este tema decía que había que conseguir que tanto el impuesto al patrimonio como el de sucesiones y donaciones sean iguales, no sean diferente en cada comunidad autónoma, que no sea ésta la que ponga el impuesto o lo quite a su placer. Evitaríamos, si así fuera, injusticias y rivalidades no justificadas éticamente.
A veces pienso que creemos que lo conseguido hasta ahora en relación con el llamado Estado del bienestar no tiene nada que ver con los impuestos.
Repito: sin impuestos no hay Estado de bienestar. Piketty explica cómo desde los años 30 hasta finales de los años 70 del pasado siglo, las mayores fortunas de Estados Unidos y de Inglaterra pagaban entre el 75% y el 80% de todas sus ganancias en impuestos, lo mismo que en Alemania, que es de las que aplicaban más impuestos, llegando a recaudar un 60% de la riqueza de los más ricos. Eso permitió a Estados Unidos, a Inglaterra y Europa, en un momento determinado, poner en marcha el Estado de Bienestar. Sin esos recursos hubiera sido imposible desarrollar la sanidad, la educación, las carreteras, los hospitales, las viviendas, todo lo que es necesario para una vida mejor que nos facilita y nos mejora el Estado de bienestar.
Parece oportuno volver la mirada hacia Kant y preguntarnos de nuevo qué podemos hacer, qué debemos hacer.
Estoy de acuerdo. En España, cuando hay una situación económica mejor o hay unas políticas sociales más acertadas, baja el índice de pobreza, pero cuando el desarrollo económico es menor o las políticas sociales son más dañinas, sube, con lo cual tenemos un nivel de pobreza estructural. Creo firmemente que hay que vencer y eliminar esta pobreza estructural, tiene que haber políticas específicas, públicas y recursos orientados a ir reduciendo y acabando con la pobreza.
“Sin impuestos no hay forma de que haya Estado de derecho ni Estado de bienestar”
¿Y por dónde empezamos?
Por cosas esenciales. Hay que garantizar un parque suficiente de vivienda social en alquiler. Eso es fundamental. Tenemos cantidad de gente joven que no encuentra una fórmula para poder irse de casa, pero es que hay cantidad de gente también adulta, pobre, que no encuentra vivienda, que no tiene recursos para poder mantenerse en unas condiciones mínimas de habitabilidad.
En su opinión, Samuel, ¿qué otros frentes hay que atender con prioridad?
Hay que garantizar la gratuidad real en la educación obligatoria, becas suficientes, bien dotadas, atención a las personas inmigrantes. Todos decimos y siempre lo oímos, que el mejor mecanismo para acabar con la pobreza y la desigualdad es la educación. Pero es que ahí nos encontramos con un problema: la gente que tiene recursos tiene siempre mejor educación, tiene más apoyos, tiene recursos para profesorado especial, para escuelas especializadas y la gente pobre tiene muchos menos recursos para poder estudiar. Entonces, cómo vamos a equilibrar esa situación si no encontramos la fórmula para que tanto los pobres como los de niveles medios como los ricos, tengan las mismas opciones para la educación.
¿Nos olvidamos de la sanidad?
No, por supuesto que no. Necesitamos una sanidad pública bien dotada de recursos. Nos vamos dando cuenta, después de la pandemia, que hemos retrocedido mucho en materia sanitaria. La atención primaria está por los suelos. Crece la sanidad privada y va reduciéndose la sanidad pública. Para todo ello, es necesaria una reforma fiscal progresiva. Tienen que ponerse en marcha auténticas medidas que hagan verdad lo que dice la Constitución, que cada uno tiene que pagar y tiene que contribuir al país según sus ingresos y según sus beneficios.
Samuel, a lo largo de sus respuestas vamos y volvemos a fijar la mirada en el tema de los impuestos como vía de lograr una menor desigualdad. Realmente, ¿se están dando pasos por parte de nuestros gobiernos?
Ya lo comenté en la conferencia. Los gobiernos europeos son conscientes del agujero que tienen con la evasión fiscal. En el marco de la OCDE, que son los países más ricos, decidieron imponer un mínimo del 15% de impuesto a las grandes fortunas. El problema es quién le pone el cascabel al gato. España ya lo está aplicando desde enero y, además, este gobierno de coalición ha dado otro paso, legislar sobre estos impuestos que se le han implantado a la banca y a las energéticas con la idea de dejarlos permanentes. Tenemos que ver cómo va el desarrollo del 15%. Es una decisión que se ha intentado implantar en todo el mundo y se propuso en las Naciones Unidas: Nigeria con el apoyo de la Unión Africana propuso negociar un impuesto en todo el mundo. Votaron a favor la mayor parte de los países, pero los de la OCDE votaron en contra, perdiendo una oportunidad de sacar un acuerdo entre países desarrollados y países en desarrollo
Antes de dar esta entrevista por terminada, Samuel, creo recordar que en el coloquio de su conferencia le preguntaron sobre si los partidos de izquierdas actuales están cumpliendo su papel en relación con estos problemas y con sus propias promesas.
Ya dije que, en mi opinión, esas fuerzas políticas están haciendo muchas cosas. Por ejemplo, han subido de manera importante el salario mínimo. Consiguieron en el periodo la pandemia que, a través de los ERTE, no hubiera mucha más gente que perdiera el empleo. Han impuesto el ingreso mínimo vital, que no ha salido muy bien y tiene muchos fallos, pero está cubriendo a 1.600.000 personas. Y, por otra parte, hay que saber siempre en qué contexto nos movemos. Yo creo que vamos a tener que seguir apoyando un gobierno progresista para evitar lo peor que vendría de la mano de un partido de derechas en alianza con la extrema derecha. Y al mismo tiempo vamos a tener que seguir criticando para que avance en la lucha contra la desigualdad.
Muchas gracias, Samuel, nos ha removido con sus datos. Esperamos que los gobiernos no dejen de mirar esta situación con la preocupación que se merece y nosotros no dejemos de estar atentos a todo lo que a este tema concierne.