Algo no cuadra. La sociedad española, el país en pleno, ha fallado en algo muy grave: el bienestar mínimo de todos sus componentes.
En España malvive un elevado porcentaje, cada día mayor, de gente que pasa hambre, está en paro, se encuentra excluida socialmente o que, sencillamente, tiene más que serias dificultades para llegar a fin de mes, o simplemente para comer.
Desde 1997 la economía nacional emprendió la senda alcista. Fueron años espectaculares, y España era considerada “la envidia europea”, el país-milagro que atraía todas las miradas por sus positivas cifras macroeconómicas, junto con la otrora atrasada y agrícola Irlanda.
Hoy la situación ha cambiado radicalmente. Es necesario que la ciudadanía reaccione y plantee que la ciudad es de los ciudadanos y no de los mercados. El debate no debe ser sólo el de mayor o menor PIB, sino que hay que tener en cuenta todos los elementos de la sociedad. Es un debate que exige un modelo socioeconómico basado en otros valores.