Estamos atravesando un momento de crisis multidimensional. Se trata de una situación de emergencia en los ámbitos ecológico, político, social y económico. El carácter complejo e interconectado de todas estas crisis nos hacen pensar más bien en una crisis civilizatoria.
Las posibles salidas y la transición a otro modelo no son exclusivamente tecnológicas o económicas. Si lo que está en crisis es el modo en el que las personas se relacionan entre ellas y con la naturaleza, tenemos que explorar cuáles serían las bases para configurar un nuevo “contrato social” que nos permita vivir en condiciones de justicia y equidad dentro del marco de un planeta físicamente limitado.
Una mirada sobre el pasado y el presente desde una perspectiva ecofeminista puede ayudar a configurar este nuevo modelo. El ecofeminismo propone la sustitución de los mercados y sus beneficios como epicentro social y la construcción de una sociedad y una economía que sitúe el bienestar, la reproducción social digna y la sostenibilidad en el centro.
El ecofeminismo persigue la toma de conciencia del carácter ecodependiente e interdependiente de la vida humana y el reajuste de los valores que hoy orientan nuestras sociedades. La política, comprendida como la moral civil, también necesita de ese cambio de rumbo.