El hambre, que 820 millones de personas sufren a diario, y la malnutrición que afecta a 150 millones de niños menores de 5 años en el mundo, son uno de los más graves problemas de la humanidad. Mientras, una gran cantidad de excedentes de producción agraria son destruidos o se pierden.

Los alimentos son mucho más que una mercancía; no son solo bienes a que las personas tienen derecho, sino productos con un valor cultural e importancia estratégica. Los mercados controlados por grandes empresas trasnacionales, y las políticas alimentarias orientadas a una producción extensiva y a la exportación, tienen graves efectos.

La crisis y despoblamiento rural es un fenómeno universal. Con ello desaparecen culturas nutritivas regionales y aparecen enfermedades relacionadas con hábitos alimentarios nuevos.

La Soberanía Alimentaria es un derecho mundial. El derecho de los pueblos a definir sus propias políticas de producción y comercialización agraria; el derecho de la ciudadanía a saber y decidir qué come y quién y cómo lo produce; y el derecho de las personas que viven de la agricultura y el trabajo rural a definir y negociar políticas y precios justos.