Llevamos ya cinco años de crisis, y lo sucedido nos permite conocer su verdadera naturaleza y sus consecuencias inhumanas. El sistema neocapitalista, y sobre todo el sistema financiero, se han convertido en un espacio de poder, que desde la lógica del máximo lucro por encima de todo, han ido conquistando los mercados del planeta, ignorando a las instituciones representativas democráticas, e imponiendo leyes y prácticas, de espaldas a cualquier planteamiento que se preocupe de las víctimas.
Desde hace unos meses se ofrecen algunos datos referidos a una lenta “recuperación económica”. Pero no se dice a quienes favorece. Nadie habla de recuperación de la calidad de vida para millones de personas que han quedado sin trabajo, con menos protección social y cada vez más empobrecidas y excluidas.
El propósito del conferenciante es despertar en los oyentes el espíritu profético de Jesús y sugerir algunas líneas de fuerza para vivir de manera más lúcida, responsable y solidaria en medio de la crisis, abriendo caminos al proyecto humanizador de Dios: un mundo más justo, más digno y dichoso para todos, empezando por los últimos.
Es preciso promover una cultura de solidaridad a nivel mundial, pensando en los derechos y las necesidades de los últimos. Esta solidaridad no es interesada. Es una solidaridad compasiva. No es para defender nuestro bienestar. Al contrario, va inevitablemente contra nuestros intereses y nos exige revisar nuestro modo de vivir en las sociedades del bienestar, para renunciar a lo que no necesitamos, y compartirlo con los que lo necesitan.