Tradicionalmente, la economía se ha definido como un sistema cerrado respecto a la naturaleza y con unas fronteras muy estrechas de análisis: el campo de estudio económico ha sido el mundo público mercantil, donde trabajo se ha identificado con empleo. En consecuencia, la economía como disciplina ha funcionado con falsos límites de la vida económica, excluyendo todo tipo de actividades que tienen lugar fuera del mercado; siendo la más relevante –tanto por su contenido como por el número de horas que implica- el trabajo no remunerado realizado básicamente por las mujeres en el hogar. Este trabajo, que se ha mantenido invisible y que sin el cual el mercado ni siquiera podría funcionar, es absolutamente necesario para el desarrollo de la vida en condiciones de humanidad.

La propuesta desde una visión feminista de la economía es plantear como objetivo los estándares de vida de toda la población (sin distinción de sexo ni edad), para lo cual es indispensable analizar en conjunto las diversas actividades y trabajos que participan en la consecución de dicho objetivo, siendo uno de los más importantes el trabajo no remunerado realizado en los hogares.