Somos humanos porque disponemos de lenguaje, de la facultad de comunicarnos con los demás y de pensar. Esa facultad se hace realidad gracias a la lengua del grupo al que pertenecemos, la lengua primera o materna, aquella con que, en cualquier lugar del planeta, somos recibidos al llegar al mundo y a través de las que nos socializamos. De partida pertenecemos a un grupo social, el que nos confiere identidad. Sin embargo, lo largo de la vida, esta pertenencia no es estática: al acercarnos a otros, podemos compartir pertenencias, incluso cambiarlas. La fidelidad al propio origen, el modo de interpretar las relaciones entre los grupos humanos, la dominación y la negación de humanidad están en el transfondo de las relaciones no siempre amables entre los hablantes de distintas lenguas o en la atribución a estas de determinadas cualidades .