El diálogo interreligioso no es una moda sino una necesidad y un modo urgente de situarse ante las demás creencias y cosmovisiones.
Urge la conversión de mentes y corazones para pasar de estar todos contra todos a ir todos hacia todos, y juntos abrir más espacio al Misterio que nos habita por dentro y nos lanza hacia mayor Realidad siempre por descubrir.
Para ello hemos de hacer el esfuerzo de conocer al otro desde el otro en lugar de imaginarlo. Sólo ese encuentro nos fecunda y nos abre a más Misterio y a mayor humanidad.