Aunque ETA no ha terminado con sus acciones violentas, amenazas, extorsiones etc., sostenemos que su influencia social y, más aún política, depende, casi exclusivamente, de la importancia que quieran concederle los agentes sociales, mediáticos y políticos. Su plausibilidad política es mínima, incluso para sus propios militantes, próximos o lejanos, Pero su incidencia social todavía será fuerte, incluso ya desaparecida totalmente, por todo lo que ha supuesto su larga presencia en la sociedad. No hay que olvidar que hay colectivos que, bien que en grados diversos, sostienen los objetivos y los métodos que ETA ha utilizado. Su prolongada presencia ha dado lugar a graves fracturas sociales. Amén de las víctimas que ha ocasionado.

¿Cómo va a vivir la sociedad el periodo posterior a ETA?. ¿Propugnará, tras el reconocimiento y reparación de las víctimas, olvidar lo sucedido en aras de no profundizar en las heridas abiertas y sangrantes?. ¿Nos servirá de modelo la forma de gestionar el final del franquismo?. ¿Cuál debe ser el papel de la memoria en este proceso?. ¿Qué es preferible: la amnistía, la amnesia, el recuerdo constante del dolor causado y de las víctimas ocasionadas…?. ¿Cómo gestionar el reconocimiento y reparación a las víctimas con sus propios planteamientos políticos?. ¿Hay espacio para la reconciliación?. Que exigencias deben darse para que haya reconciliación?. En fin, desde la perspectiva de los cristianos, ¿hay lugar para el perdón?. ¿Tiene contrapartidas el perdón?.