Las transformaciones experimentadas en los últimos años referentes al ser humano, las relaciones sociales y la praxis política, debidas a los hallazgos científicos -sobre todo en las ciencias de la vida- la mundialización, y la revolución tecnológica y de las comunicaciones sociales permiten hablar de una “crisis de civilización”
Josep Ramoneda indica que hay que volver a pensar sobre el ser humano y el sentido de la vida. ¿Qué va a pasar con todo lo que se puede hacer en el cuerpo humano con las nuevas tecnologías de la vida?¿Qué se puede permitir y qué no? ¿Hasta dónde se pueden poner límites y dónde será imposible por la misma naturaleza de los instrumentos técnicos? Esto nos conduce a la propia noción de pensar. Hay una aceleración del tiempo y de las formas de expresión. Las cosas necesitan su tiempo y pensar necesita el suyo. Pensar en términos de imprenta no parece lo mismo que pensar en términos de twiter. Ramoneda advierte que “La democracia es un artefacto débil para luchar contra el abuso de poder que está en el origen de todo totalitarismo” y apela a defenderla frente a una casta política, económica y mediática que trata de sumirnos en la indiferencia y convertirnos en individuos con tres “ces”: consumidores, contribuyentes y competidores. También llama la atención sobre el cansancio de Europa y un agotamiento que puede convertirla en un museo exquisito si no la defendemos de males como el multiculturalismo o las identidades excluyentes. Ahora no se trata de volver a un ideal, sino a un lugar en el que debatir sobre la alienación del consumo, la industrialización del miedo y el efecto de los viejos y nuevos medios de comunicación sobre el comportamiento humano.