Las políticas que han llevado a cabo los gobiernos en los últimos años han permitido que los grandes poderes financieros se conviertan en la fuente de las decisiones políticas, sometiendo a su voluntad a los poderes representativos.
A pesar de haber provocado una crisis económica gigantesca, han logrado que los gobiernos dediquen billones de euros a salvarlos y a devolverles la rentabilidad a costa de generar un auténtica explosión de la deuda pública, lo que les ha permitido reforzar su influencia y volver a extorsionarlos para imponer medidas de ajuste que suponen un recorte brutal de los derechos laborales y sociales.
Frente a estas políticas hay alternativas viables que podrían permitir organizar la actividad económica con mucha más eficiencia y proporcionando bienestar al conjunto de la población mundial, en lugar de las crisis recurrentes y del sufrimiento criminal a que dan lugar las que imponen los poderes financieros.