Es un fraile dominico, que hizo Bellas Artes después, siendo ya sacerdote. De ese contacto con muchachos mucho más jóvenes que él, pero muy inquietos y con ganas de cambiar el mundo, le viene el afán de búsqueda, que mantiene intacto a sus 79 años. Lleva 44 años en Parquelagos (una urbanización a 35kms. de Madrid por la carretera de la Coruña), don construyó una pequeña iglesia.
Respondiendo a los constantes ruegos de sus fieles, escribió dos pequeños libros, “El evangelio según Fray Marcos” y “Divina Humanidad”. Lo único que pretende es manifestar sus convicciones más profundas. Suele repetir: lo que digo y escribo no es para que penséis como yo, sino para que penséis.
En lugar de ir a buscar al “pobre” a América latina o a los suburbios de Madrid, su preocupación es que todo ser humano se encuentra a sí mismo. La diferencia es solo de énfasis, dice. Se puede dedicar toda una vida a luchar por los derechos de los marginados, dando por supuesto el proceso interior de cada uno. O se puede luchar por alcanzar la plenitud de humanidad, esperando que eso se manifieste después, en toda relación con los demás.